Carajo

En vista de que todo se ha ido e irá al carajo.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Azul


Erase la Paz. Miserable, fácil, abatida por un huracán de fe y de frustración. La Paz no pudo ser ella por el amor, todo el mundo se desama tanto que solo hay esperanza de no paz. Amor mi Paz está con vos, yo no. Solo me la hurtas y la desechas en tu ser; sin embargo, te amo de una manera in-amable, y tú, a mi frustración haces caso omiso. Por eso deseo estar contigo, tienes algo mío, que no es tuyo, ni puedo volver a obtener. María, solo es una niña, tiene el mundo a sus pies por su simple apariencia de niña. Despertó, miró la hora y cerró los ojos. Daniel, solo esperaba algo, un no sé qué, un engaño, pero la nada era tan vacía que lo mantenía ocupado precisamente en su ausencia. El elixir de la rutina como un satélite nativo apuñaló la herida.
Por fin abrió los ojos, solo por hoy. De nuevo su deyección de ideas lo tenía preso y sin llave. El como pocos no presentía su suerte. María sí, se bañaba despacio esperando un vacio diferente. Sin dar más que una mirada rápida al espejo se encontró con los ojos de él, los saludo. El viento los unió y los tres sentados en el pasto, mirando al cielo, añorando ese azul, despojándose mutuamente de algo mío, que no es tuyo, ni puedo volver a obtener. … Y al perder la esperanza, llegó la paz. Con una hoz en la mano y vestida de negro.

Entre sangre y vicios



Sólo retomó su pensamiento y se dio cuenta que cada segundo más se hundía en esa gran mentira de la que hacia parte. La tragedia le hizo encoger los hombros, solo respiró tan profundo como pudo hacerlo, sollozó con el dolor por dentro, un grito sordo le hizo darse cuenta de su inconformidad con ese vicio que ya se había hecho físico.
En ese espacio de tiempo supo que el vicio que se manifestaba en ese cigarrillo, (medio fumado medio apagado, y no del todo letal), se escondía su pasado, sí, ese mismo que recuerda inconscientemente en cada cigarrillo, poesía, mirada, olor y sabor... en cada paso conciente. Luciano decidió dejar de ser porque esto le hacia hundirse más en sus vicios, no podía seguir relativizandolos o dándoles esperanzas vanas. Ni con el llanto los alejaría, ni con esa musa que lo despreciaba precisamente por su inseguridad, esa misma que no lo dejo en el momento decisivo. Es irónico, no me creerías al saber que a Luciano solo le quedaban sus esperanzas de no ser, sus vicios y su extraña soledad que siempre venia camuflada en esas compañías superficiales que poco apreciaba en silencio. Se mordió, y sintió lo que se supone dolería más que esa tarde en la que a ella no le importo darle un bofetada con esas palabras de amor revolucionado, deteriorado, vulnerable pero más sin embargo visceral.Con sangre en la boca vio el daño de sus propios vicios, uno mental se volvió físico y así lo fumaba a diario, otro físico se metió adentro y ahora no lo podía sacar ni sangrando, porque el dolor duele y no sirve más que para doler y el amor no es más que un vicio que se hace sangre solo fluye y fuma sus recuerdos sin matar ni dejar vivir. Lo siento Luciano, naciste para ser, para morder y para dejar fluir por tus labios esa materia inerte que alguna vez fue tuya y que ahora pertenece a lo que te fumas.