Carajo

En vista de que todo se ha ido e irá al carajo.

viernes, 1 de diciembre de 2017

MIERDA y más flujos de spam.

SPAM ( lo que consumo)
No paso un día de mi vida sin mirar cualquier dispositivo digital, llamelo kindle, celular, computador, televisor. Parece imposible la huida, hay más adicción a estos que al cigarrillo mismo; llamelo vanidad, chisme, actualidad, información, entretenimiento, hedonismo puro y duro, somos de los cyborgs baratos, apacibles, menos problemáticos, con más pensamientos en común. Somos del trending topic o lo opuesto, si hay grises se inventa otro trending topic . No soy lo suficientemente vieja como para recordar mejores épocas sin estos dispositivos ni lo suficientemente joven para grabarme diciendo esto en tomas cortas y kinestesia exagerada. Tampoco voy a cerrar ninguna red social, el extremismo sofoca y no soy un monje en autoflagelación. Hoy soy una vieja amargada que le escribe al diario quejándose. La información que llega a mi es preferiblemente de la gente con la que estoy de acuerdo (facebook no te muestra todos los post de todos tus contactos sumado a lo que papá google guardó en tus preferencias): lo que consumo está enfocado a mi arquetipo, con una estadística precisa de todas mis búsquedas y más cosas paranoicas donde la privacidad no existe... ¿Dónde queda el resto? ¿Qué nos estamos perdiendo selectivamente en cada país si hasta Netflix no tiene una oferta cultural global? Parece inofensivo, ahora quiero explicarlo mejor: parece ser que mis redes me sugieren ser un adulto sin hijos que quiera viajar, derroche lo menos posible los recursos (mientras existe otra gente en el mundo que consume en un día lo que yo no consumiría en mi vida entera), no tome ninguna posición filosófica extremista, sea feminista mesurada, espiritual no religiosa, vegana (para que no me haga falta la carne en un futuro próximo si empieza a escasear) , tenga gato (gatos), en algún momento piense en cirugías, por supuesto tatuajes, vea juego de tronos (nunca), café por supuesto (es lo único que no me molesta del filtro de preferencias) y muchos tutoriales de maquillaje, este post es para eso, querido niño dios: quita los putos tutoriales de maquillaje de mis redes, google y youtube que sea mujer no significa que los consuma.Gracias...

lunes, 27 de mayo de 2013

El "Flâneur" de Emma Zunz



"Ce grand malheur, de ne pouvoir être seul"
 Jean de la Bruyère
El tema del papel del narrador en “Emma Zunz” parece ser de interés general para los que han analizado o leído este relato de Jorge Luis Borges, por lo que no vendrá mal incluir una discusión sobre este asunto y la posible relación de éste con la figura de “flâneur” que analiza Walter Benjamin en la literatura.
Al enfrentarse a la totalidad del texto “Emma Zunz” nos encontramos con dos matices marcados que describen la presencia del narrador. Ante la posibilidad que tuvo el narrador de mantener la distancia total con el relato o la posibilidad en que el personaje principal del relato (Emma Zunz) tuvo de narrar su propia historia como narrador en primera persona. Enrique Pezzoni describe que en la ficción:
 “…tenemos como característica esa alternancia del relato con narrador transparente, es decir el relato en tercera persona en que el narrador parece estar totalmente ausente, y el relato en primera persona, con el narrador irrumpiendo en el relato y manifestándose como tal en el relato” [[1]]
Desde ahora, hacemos la salvedad o aclaración que la voz de Emma Zunz no aparece en el relato con mucha asiduidad sólo en dos momentos finales que no se tienen en cuenta para este análisis. Tenemos entonces un narrador que está solo narrando las acciones de Emma (el que está cargado con cierta cualidad de “transparencia” y relativamente ausente) y otro narrador que a la vez es un personaje, al que desde ahora llamaremos narrador personaje. Este narrador personaje según Pezzoni “no sabe lo que cuenta, registra los hechos” [[2]]. El lector se preguntará qué tiene que ver esta aclaración acerca del posicionamiento del narrador personaje en el texto y el “flâneur” (título de este ensayo). Acto seguido pasaremos a Walter Benjamin y la identificación de esta figura literaria: el “flâneur”.
Para Benjamin el “flâneur” es, a gran esbozo, el transeúnte de las calles de Paris que prefiere estar entre la multitud incognito y conoce a profundidad todos sus espacios característicos, un valioso observador, figura que él encuentra recurrentemente en Baudelaire. Obviamente se podría pensar que la figura dista mucho en contexto a una posible aproximación de esta representación con algún personaje en Borges. Benjamin mismo expone un matiz del “flâneur” que se pone de manifiesto en ciertos relatos de Alejandro Dumas y Edgar Allan Poe  “Y si el <> llega de este modo a ser un detective a su pesar, se trata sin embargo, de algo que socialmente pega muy bien. Legitima su paseo ocioso. Su indolencia es solamente aparente. Tras ella se oculta una vigilancia que no pierde de vista el malhechor” [[3]]
Y termina complementando “Cualquiera que sea la huella que el <> persiga, le conducirá a un crimen. Con lo cual apuntamos que la historia detectivesca, a expensas de su sobrio cálculo, coopera en la fantasmagoría de la vida Parisina” [[4]]  Ahora bien, el “flâneur” acá planteado se caracteriza más bien por una actitud detectivesca ante las calles de la ciudad, actitud que persigue a la vez alguna huella que le parezca digna de ser perseguida. Por supuesto el espacio marcado en el relato “Emma Zunz” no es Paris, es Buenos Aires. 
Hasta el momento tenemos definida la figura de narrador personaje, la figura del “flâneur” con ciertas características específicas que la describen y por supuesto al relato en sí. Al principio de este ensayo se mencionó la intermitencia del narrador personaje en la ficción, pasemos entonces a analizar las marcas textuales que permiten deducir esto. En primera medida al comienzo del relato el narrador expone con inexactitud el nombre del remitente de la carta que recibe Emma Zunz “…un tal Fein o Fain…” [[5]] una marca que demuestra que no está al tanto de todo lo que Emma si está. Acto consecutivo Emma vislumbró los hechos ulteriores “…tal vez, ya era la que sería.” [[6]] El narrador sabe que algo trama Emma y conjetura acerca de su futuro. De todas maneras no sabe qué está planeando es un observador que especula y aparece concretamente en un corto lapso de tiempo como narrador personaje, “Emma vivía por Almagro, en la calle Liniers; nos consta que esa tarde fue al puerto” [[7]]. Nos consta es la marca gramatical que pone de manifiesto al narrador, en forma de primera persona del plural. ¿A quién le consta? podríamos pensar. Antes de que el narrador personaje se exponga en el texto el narrador hace una fuerte apreciación respecto a esa tarde “Referir con alguna realidad los hechos de esa tarde sería difícil y quizá improcedente” [[8]] luego plantea una pregunta “¿Cómo hacer verosímil una acción en la casi no creyó quien la ejecutaba …” refiriéndose a Emma y prosigue “¿…cómo recuperar ese breve caos que hoy la memoria de Emma Zunz repudia y confunde?” [[9]]. Ahí se podría especular acerca del “hoy” al que se refiere el narrador. Al narrador personaje por alguna razón le “consta” que Emma estuvo en el puerto y presume la reacción de la muchedumbre de Paseo de Julio “…pero más razonable es conjeturar que al principio erró, inadvertida, por la indiferente recova…” [[10]]. Sabemos entonces que el narrador personaje conoce muy bien la ciudad, la ha recorrido lo suficiente para saber qué tipo de gente se encuentra y en qué tipo de espacios.
Específicamente el narrador hace su aparición en primera persona en el fragmento: “Yo tengo para mí que pensó una vez y que en ese momento peligró su desesperado propósito” [[11]], sacando a colación por primera vez su exégesis directa de los hechos. Aquel “flâneur” guarda esa “indolencia aparente” y justo en el trasfondo “…una vigilancia que no pierde de vista el malhechor…” que señala Benjamin.  
Parafraseando a Pezzoni, el narrador personaje es tomado como una variable casi mecanizada del texto de Borges. Estamos frente a un texto que pudo escribirse en primera persona, es decir, Emma Zunz pudo haber hecho un relato del asesinato que pretendía cometer, a diferencia de eso aparece un narrador casi invisible que “registra los hechos”, se inmiscuye en dos partes puntuales del texto (con forma de primera persona del plural y primera persona del singular)  y da algunas apreciaciones acerca del futuro de Emma o del transcurso de los hechos.  Este narrador personaje luego aparece omnisciente en partes del texto cuando da las apreciaciones suficientes para indagar que es un conocedor de la ciudad, un transeúnte con matices detectivescos un “flâneur” que es el único en el texto aparte de Emma que conoce la forma en que Emma ejecutó el homicidio de Aarón Loewenthal. Nadie más en el relato conoce lo que hizo Emma. Ahora bien, no sería muy arriesgado afirmar que este detalle del narrador puede estar cambiando en parte la configuración del texto, lo que antes era un relato de un crimen ahora tiene un testigo indirecto de ese crimen, el flâneur, el narrador personaje que se hace participe en la historia. El enunciado “Yo tengo para mí que pensó una vez y que en ese momento peligró su desesperado propósito” [[12]] exterioriza un pensamiento del narrador personaje, aquel  flâneur   “que busca estar en medio de la multitud y sin embargo pasar desapercibido” (Benjamin). La huella del narrador durante todo el relato busca pasar desapercibida (desde un punto de vista más gramatical), pero aun así no lo logra del todo. Muestra de esto son las marcas apreciativas antes mencionadas.
La voz del narrador personaje (lo que nos interesa en este análisis), podría tomar cierta connotación o similitud con la figura del “flâneur” debido a las descripciones espaciales donde el narrador personaje se inmiscuye de alguna manera, la relación gramatical del narrador con el texto (casi sin huellas gramaticales) y su papel detectivesco análogo al que Benjamin encuentra en Poe y Dumas: una estructura de cuento parecida en la que esta figura encarnada en el narrador personaje  es indudablemente el único testigo del asesinato de Aarón Loewenthal aparte del lector, es decir, en el mundo intertextual. Por último, sería necesario  establecer por qué se buscó la relación entre la figura de “flâneur” y el narrador personaje tomando en cuenta el contexto de aparición.
 “Emma Zunz” viene siendo el relato de un crimen porque no cumple con la estructura de un relato policial a falta de la figura del investigador, la figura del detective, ya que desde el principio el lector sabe que Emma Zunz es la asesina y se busca saber cómo cometerá el asesinato y no quién lo cometió. Podríamos decir que este personaje que es dejado muy de lado, que sólo aparece concretamente dos veces en el texto, que está automatizado en el texto, es una suerte de detective. Claro está que este personaje no cambia radicalmente el género textual ya que de igual forma no es un relato policial por la perspectiva que tiene, además de que el flâneur no es del todo un detective y es un análisis particular el verlo de tal modo. Para establecer un punto haremos una breve comparación. En “El hombre de la multitud” de Edgar Allan Poe, no existe un crimen concreto, sólo un supuesto criminal que es el que precisamente persigue este “flâneur” detectivesco, ahora, en “Emma Zunz” el crimen coexiste en el aire del relato desde el principio, lo que tampoco nos convence de que Emma sea un criminal. Hay por un lado un relato detectivesco sin crimen pero en el que el narrador (que es el mismo flâneur) culpabiliza al personaje durante toda la narración y por el otro lado un relato detectivesco con crimen pero sin culpabilidad, en el que el narrador personaje no condena de ninguna manera la conducta de Emma Zunz. El orden de los factores aunque un poco alterado presenta una constante: el relato detectivesco, y no del todo policial, relacionado directamente con una figura como el flâneur replanteada, sin ningún tipo de protagonismo, apartada del mundo del texto que de igual manera se manifiesta pero sin muchas repercusiones. Una manera interesante de dejar atrás un esquema casi canónico de la novela policial y con ella el concepto idealista de la  flânerie.


Bibliografía
  •   Borges, Jorge Luis, “Emma Zunz”, en: El Aleph, Clarín Editores, Buenos Aires, 1995.
  •  Benjamin, Walter, “El flâneur” en: Poesía y capitalismo,  Taurus, Madrid, 1999.
  •   Louis, Annick, “Introducción a la literatura. Cátedra “C” Clase 5 (25 de junio de 1984) en: Enrrique Pezzoni lector de Borges, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1999.
  • Cuvardic García, Dorde, “Precedentes de la presencia del flâneur en América Latina: el discurso costumbrista”, en: El flâneur en las prácticas culturales, el costumbrismo y el modernismo, Éditions Publibook, Paris, 2012.
  • Molloy, Silvya (1999), “Flâneries textuales: Borges, Benjamin y Baudelaire”, en:  Poesía y capitalismo N° 8 p. 16- 29.







[[1]] Louis, Annick, “Introducción a la literatura. Cátedra “C” Clase 5 (25 de junio de 1984) en: Enrrique Pezzoni lector de Borges, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1999. p. 132
[[2]]Ibid. p. 136
[[3]] Benjamin, Walter, “El Flaneur”, en: Poesía y capitalismo, Taurus, Madrid, 1999, p. 55
[[4]] Ibid. p. 56
[[5]] Borges, Jorge Luis, “Emma Zunz”, en: El Aleph, Clarín Editores, Buenos Aires, 1995. p. 57
[[6]] Ibid.
[[7]] Ibid.
[[8]] Ibid.
[[9]] Ibid.
[[10]] Ibid.
[[11]] Ibid. p. 60
[[12]] Ibid. p. 57

lunes, 24 de octubre de 2011

Acerca de la lejanía.

Si se esfuerza para describir al sol tal vez no lo esté notando en su mayor esplendor. Formando formitas grandes o pequeñitas, quemando pieles, soñando con la luna mientras que se mece en la espuma del cielo. No es cielo, es celeste.

Curioso ver como el cielo tiene en llamas el infierno en un pequeño círculo, más importante que cualquier nube o avión está ese pequeño círculo: por eso llamo cielo al celeste para ser sarcástica con el infierno y llenar luego el espacio de luna que es simplemente oscuridad.

Si usted se quema seguramente dolerá un rato, proporcional a la profundidad de la quemadura. Si usted es luna, probablemente no vea nada y su intento de fuego esté destinado a otro astro. Sin embargo el egoísmo no es parte de piedras o materiales. Nosotros somos piedras y materiales. No entiendo como la irracionalidad nos dejó de repente, es más probable que nuestra irracionalidad característica sea llamada racionalidad en un intento egoísta de ser más que cualquier ser.

Esa actitud prepotente que prorrumpe tiene una raíz nuclear. Tener la posibilidad de matar todo, nos hace grandes, un suicidio colectivo, armas de destrucción de formas de vida, más IVA y cualquier otro impuesto, marca ACME en definición.

No veo un ápice de amabilidad, últimamente todos son pequeñas llagas de sin sentido y odio. Me produce eso aún MÁS sin sentido y odio, carajo, si su delirio es no sentir delirios el infierno ha desparecido con su luz, la luna le está jodiendo con la oscuridad, nunca sentirá de nuevo un orgasmo y probablemente utilizará bigotes en las fotos.

Déjese llevar por la tempestad del mal gusto, cocine en su espacio- tiempo reducido. Si logra eso llamado amabilidad, una amabilidad nuclear, de suicida versado que en su cobardía ha encontrado la suficiente valentía que da lo cotidiano, lo respeto de antemano y le regalo una sonrisa que al igual que nada es suficiente. Pero también es nada.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Media naranja.

Es un limón de cáscara dura y piel ácida. El haber pensado que era una naranja le jodió la vida. Sin embargo la naranja no tenía ese sabor que se podría acompañar con cerveza-. Resultó que eso era él para ella. Un verde limón. A la distancia y en el congelador se vuelve más fría la piel. Por lógica no debió apartarse y simplemente exprimirlo, tomar la cerveza y desistir como es debido.

La lógica falla, las neuronas más y ausente el alma a duras penas opina. El alma opina, vea pues, que cosa tan rara. Adulador él se baja del carro blanco, lo miró desde el balcón. Escupe unas cuantas frases displicentes a su compañera de turno, esa camisa blanca adornada por la corbata azul o gris.

La nariz aguda impide que me concentre lo suficiente. Un testaferro a los colores es su nombre, son sus manos y el sin fondo de sus pupilas. Deberían encarcelarlo a él y al limón. Así no habría más la posibilidad de volver a probar colores ni pulpas de frutas ácidas, en esa lucha de las personas básicas confundidas con comunes. Se podría sacar la cabeza. El limón podrido, la piel caída por la edad, ella sola, aparentando ser feliz con la siguiente naranja que resultó ser uva.

lunes, 22 de agosto de 2011

Entre sueños y prisiones. (Primera parte)

Por una época las noches eran aterradoras, mi insuperable miedo a la oscuridad, la recurrente sensación de compañía en la habitación, mi oso protector. Mamá me despertaba a las 7. Me bañaba y me vestía, al parecer a ella no le importaba que me pusiese medias de distinto color o que la camiseta estuviese al revés. Tomábamos un café rápidamente. Tomaba la maleta y salíamos para el jardín. Nunca me gustó del todo “jardín estrellitas”. Entré ahí porque era cerca y había piano. Mi mamá es una pianista frustrada por nosotros, en general. Lo digo porque estudiaba piano en el conservatorio de la universidad nacional, y según ella: decidió tener familia. No podía andar con familia y conciertos. Ahora, yo estaba en un jardín, con una señora que tenía piano. La rutina que recuerdo consistía en clases con unos niños de los cuales no poseo recuerdo alguno ya que nunca jugaban conmigo. Una profesora que me obligaba a escribir con la derecha, y castigos por no colorear bien o tirar los libros con ira. Manos arriba en un rincón. Luego caminaba a un cuartito lleno de cojines en el suelo, donde estaban los cuentos, abría uno, empezaba a leer y me quedaba dormida. Me despertaban al rato, porque era la hora de salida para todos, menos para mí. Me obligaban a almorzar, estaba en esa época en la que no quería comer, menos esos vegetales mal preparados y zanahorias desagradables junto a esos odiados garbanzos. Sólo comía lo que quería, de resto, jugaba con la comida hasta que se cansaban de verme no comer. Me amenazaban diciendo que le dirían a mamá, de todas formas engullía un poco de vegetales y dejaba la mayoría.

Seguían las lecciones de piano. Do, mi. Do, re. Do, fa. Do, sol. Piano, mezzoforte y forte. Coordinar las dos manos me quedaba difícil, sobre todo la izquierda. Sólo podía manejar bien una octava, eso me frustraba. Luego me dormía de nuevo, soñando con acordes, coordinación, lo que fuese. Mi mamá llegaba tipo 7 por mí. Me salvaba de ese averno, siempre me obligaban a todo. Bueno, no recuerdo si me obligaban o me gustaba llevar la contraria. Me caían mal todos.

Llegaba a casa, mi mamá me preparaba lo que yo quería comer, me preguntaba qué había aprendido. Yo, me ponía la pijama, lavaba los dientes y entraba al sobre, antes me despedía de papá que por lo general él me hacía cosquillas. Me di cuenta que soñaba en blanco y negro. Nunca lo había notado. Las cosas en el sueño tenían números, esos números engañaban a mi mente con el jueguito de los colores, pero ni era cierto, no había color. Sólo números en espacios blancos y negros. Saltando en un piano estaba, haciendo palitos chinos con las piernas. Resbalo y caigo en un trasero inflable, al rebotar llego alto y con todas mis fuerzas pienso en volar. Así no se aprende.

Me paro y camino, me encuentro con la colina de mierda en la que algo me persigue, empiezo a correr como de costumbre, hacia abajo, no hay viento en los sueños, si hubiese viento volaría como Dickens decía de los caballos que vuelan, si los fantasmas pueden volar, yo también. Mientras pienso eso en el sueño voy corriendo parece que ese pensamiento cambia el curso de mis pies, trepo a un árbol inclinado y salto alto, al vacío. Siento vértigo, el estómago desocupado. Creo que no fue buena idea, sin carro esta vez, caigo al acantilado, y caigo y caigo. No quiero despertarme porque si llego al final deja de pasar. Inevitablemente me despierto paralizada. Se nota que no ha amanecido, la habitación de mis papás siempre tan apartada. Cuento hasta 3 debajo de las cobijas y corro muy rápido (sin mirar con detalle el resto del departamento) al cuarto de mis papás: Mami, me volví a caer al acantilado. Danielita. Acuéstate al lado poupée. Ese acantilado no existe. Y el abuelo que se estalla tampoco.

Seguí intentando de distintas formas, hasta que entendí que se tenían que mover los omoplatos un poco. Aprendí a levitar en los sueños. Moviendo los hombros. Sólo al principio, luego salté alto y agarré una corriente que se siente como agua y me lleva, hay que tomar la que esté en la dirección que uno quiera, cosa que se vuelve difícil en situaciones de peligro en los sueños porque no hay señalización, esas corrientes sólo se encuentran en lo alto. También pasa que si se busca volar con muchas ganas empiezas a correr levitando en un mismo sitio, como una comedia te quedas quieto haciendo el ridículo, ya que no hay como impulsarse tienes que buscar un apoyo para saltar o imaginar un resorte bola algo que rebote y te lleve. Pero eso no importa, lo que importa es que no te alcancen o vean. Y ahí tomé conciencia de los submundos.

Tuve el mismo sueño justo la noche antes de venir por primera vez a Buenos Aires, ya no sentía pánico, el sueño se metió en un agujero morado escarlata. No he vuelto a soñar lo mismo desde entonces.

Estaba en un colegio católico que detestaba más que el jardín en el que me obligaban a tocar piano. Fundamentalmente me tocaba jugar con niñas que no quería. No las quería porque siempre me dejaban de última al escoger el personaje en juegos de rol. Terminaba siendo un personaje secundario que hacía estupideces y de vez en cuando. Eso me aburría, luego con el tiempo me di cuenta que me ponían a hacer en el personaje más “feo” también. Hay que aceptarlo, mi apariencia siempre fue descuidada, me encantaba arrastrarme y por lo general el uniforme que tenía medias blancas, terminaba siendo gris con el caucho disfuncional. Los cordones, también blancos, se deshacían y terminaban grises un poco más oscuro, incluso algunas veces mojados. Mi pelo siempre andaba en desorden o aprisionado en un caucho horroroso de caritas de plástico. Manos sucias, si es posible, cara sucia. Las monjas me miraban con asco. Me mandaban lavar todo al baño después del receso. Era el ejemplo perfecto de como una niña no se debe comportar, comer, hablar y escribir. Ser zurda fue mi primer no talento.

sábado, 2 de julio de 2011

Poema fallido

Me estoy obligando a no fluir por las mejillas, sólo lo hago por la nariz.

Me estoy obligando a estar ausente mientras sonríes hoy y mañana.

Me estoy obligando a no toser tan fuerte porque quizá pierda mi alma.

Me estoy obligando a olvidarte ya que perderte fue la acción y recordar no es una opción.

Me estoy forzando a pensar a futuro.

Me estoy violentando cada vez más duro-.

Debe ser mi moral y su juego sucio.


Simples cál/culos


Preciso lo impreciso porque abre la puerta a ese rumbo ciego, lleno de olores y sabores. Carente de caras.
Pase ud. niño sub uno elevado a la dos mil diecisiete, multiplicado por sus padres en otros similares o hermanos, equivalente a 5 años menos de vida si ud. es menor.
Súmele la alegría de vivir, réstele la decepción de haber vivido, divídalo en recuerdos y relaciones: ahí tendrá esa cifra con sístole retorico fragmentado, multiplíquelo cada vez que pueda, remplace x, despeje y. Iguálelo a cero. Puta vida, todo lo importante da cero-.

En una de estas noches

Agustina tiene sus reservas, el pelo es como un resorte de ideas y ahora se ha sentado a mi lado a crear olores, pero no quiere probar sabores porque está lleno. Las montañas son las mejillas de Tayla que más que montañas son pequeñas cumbres con nieve. Sus ojos miran los sabores y todos prueban menos ella que se esfuerza por despejar sus palabras y una sonrisa tan cadente como una pieza de blues. .. Sube por las enredaderas del cabello de Juan, tan corto y más o menos largos los brazos al sacar su abrigo. Las flores del pantalón azul me atrapan en su simplicidad y de nuevo reconozco la noche, la luna llena, que se mueve y danza con las constelaciones malditas, sí, las mismas paganas de todos los tiempos y que han creado nuestro creer. Creer en ellas y su superioridad, supongo es, que son superiores porque aún no las podemos matar. Revolución de amor y el superhombre inexistente no vuela atómicamente ni micro atómicamente por el universo a la velocidad de la luz, en un mundo paralelo todo es relativo, el universo de Daniela, limitado a unos nano centímetros como la bacteria que podría afectarme emocionalmente. Se está alimentando de mis células multifuncionales y mortales en unidad.

Suena el roce de unas llaves y llega Daniel con pan legal para comer con manteca, no mantequilla. No hay que comprar más leche, para hacer el yogurt que dañamos, DANIEL el yogurt.

Que impreciso el roce de los cajones como el mar con la arena, no, más bien suena a despeñadero de rocas y parmesano para el pan. También para que los risos negros de Agustina estén sanos. Nada para mañana repite Daniel. Y el yogurt.

Ese es para mañana, lo leído y lo que se viene por leer, yo nunca pierdo pero tampoco gano. ¿Eso me hace perdedora? No, eso me hace una histérica, luego eso me hace pensar en mí y no me gusta: prefiero pensar en Maura. Ella es verde según los ojos de mi abuelita, mi abuelita ve distinto, no es que no vea. Mate, jaque y mate al pensamiento de estudio temprano, todas las conexiones dulces, ven, quiero compartir azúcar, miel. La máxima del cariño es comer una chocolatina mirando a los ojos que quieres ver mientras nadas en ilusiones de amor agridulce que provienen del cacao y se contaminan con leche, leche de él.


Un gallo y un gato

Un gallo, un gato y muchos colores.

De repente voces de la india, de paso por la feminidad y esa ideología femenina. Condiciones para mujeres y escenarios distintos como telón para lo que es una gran obra teatral, mi vida, mis emociones, mis palabras. Todas escritas en el guión. Detrás del guión están sus padres.

Ellos están a kilómetros de distancia, abono, adobo a un tomate que es mi corazón como error gramatical mal pintado y con ciertos límites definidos. Límites de colores y geográficos que se corren con los pensamientos e ideas de solo algunos. Algunos con fuego: el que se acerca a la candela se quema.

Me quemo porque veo mis uñas fuego, color fuego las yemas de mis dedos que arden al tocar cada letra y ésta de repente blanca aparece en mis manos, se traspasa negra al papel para contrastar el silencio y el habla. La ausencia y la presencia tan frágiles, así las letras se tornan más blancas hasta desaparecer sin embargo presentes en el ambiente se niegan desalojar mi mente y mis alas aún escondidas en omoplatos…

¿Dónde están mis alas? Pegadas en la tierra ya que mi espina dorsal no deja que vuelen, y ¿dónde están mis aletas? Abiertas cerca al corazón evitando escamarse. Al escamarse los poros se abren y se vuelven tan profundos, respiran agua, la tensión los obliga…. Y mis alas no responden pegadas a la tierra. Mis fibras hidratadas reciben ese abrazo prometedor, comprometedor, un cariño extraño que ahora extraño. Es como la ausencia de esas letras ahora transparentes que aún silentes esbozan un boceto de color.


Angora

Las tortugas no regresan; sucedió.
Un olor a incienso lúgubre mezclado con formaldehído, Angora y yo mirando a ese señor vestido como un apóstol. Que ridículo pensé.

Divagar, sólo por esta vez me levanto aciago, y me pregunto si aún flotará Angora en los días de bochorno húmedo.

El piso de madera, la casa de cristal polarizado, el corazón de piedra y helo ahí.
Fue fácil describirlo a él ¿ ó ella?, es mi tortuga, siempre mira con la nostalgia que la encarna, en ese acuario, parece ahogarse.

Mi lord, las distancias se hacen largas para una tortuga agonizante, siento la pérdida de su padre que a la vez es el mío.

Preocupada por el olor, otra vez me acuerdo de Angora, es la pérdida que en realidad me ha importado, tal vez porque yo no le interesaba a ella, cada vez que la cogía con la mente perversa de una niña de 12 años que se encuentra sola, se escondía en su caparazón.
La tuve dos semanas sin comer, no le pasó nada. Quería sacarla de la cosa verde, no pude, hasta que esa mañana en la que encontró la ventana abierta se fue volando.

Mi lord, tenía que pasar, es el orden de la existencia de cualquier ser vivo, de hecho si lo ve desde ese modo podrá darse cuenta de su resignación frente a la muerte, yo sé que vivo muriéndome.

Angora, a la que mi abuela llamaba Pandora en su senilidad, se fue volando porque no le gustaba tratar con futuros muertos que lloran a los que se murieron.

Hay Pandora, que buena tortuga fue, ¿ó era Angora?, mi lord, la nostalgia cambia el termómetro de la locura, deberías saber que querría tener mil tortugas que formaran una tortuga mayor que nos aplastara con la pata trasera, como sin importancia.

Conozco esa mirada. Lamentablemente, su mirada danza al ritmo de ese sueño soñado, ¿qué diría Morbello y Angora?.
No dicen nada, ya se murieron también. Él se volvió Morfeo y ella Pandora.


viernes, 21 de mayo de 2010

Momento.


Tic tac, luces fluorescentes que nublan la mente y se diluyen en pensamientos necroscópicos volando por un ambiente amargo a nicotina. Pasos estridentes llevados por el mismo tic tac, enfermos de música todos bailan.

Creciente el ambiente, tomando una bebida energizante, mezclandola con cerveza, una bomba de tiempo, tic tac. Siguen bailando, tic tac.

De repente en una cama, tic tac, he llegado, tic tac, oliendo a nicotina sístole y diástole, incontenible, se va a salir del pecho hay que calmarlo. No sé como, ni siquiera sé su nombre y lo he tenido 19 años en el pecho.

-Yo sé que no nos han presentado, sístole diástole, pero quiero, sístole diástole, que pare de correr, sístole diástole, ¿Cómo es su nombre? sístole diástole.

-....

-Lleguemos a un acuerdo Señor sístole diástole, detenga el tic tac y déjeme dormir.

- Tic sístole tac diástole.


No entiende mi idioma, sístole diástole, nunca hemos hablado de sístole a sístole y diástole a diástole porque el tic tac no me deja pensar.

Que vuelvan las luces, tic tac, porque todo esta oscuro, tic tac, y no conozco su nombre, tic tac, y he vivido con eso de sístole a diástole todo el tiempo que se reduce a segundos de tic tac.

Me levanto, paso paso, tengo que tomar agua, paso paso, así miro si se calma y deja de odiarme, paso paso, por el corredor, paso paso, y con frío, paso paso.

Viene el glu Ahhh! del agua que entra lentamente a muchos tic tac, paso paso, de nuevo a cama, paso paso, a ver si se me nubla más la neurona en sinapsis que sólo sabe hablar con el sístole y diástole y controlarlo un poco.

Glu Ahh! otro poco de sed calmándose.

Me acuesto, miro al techo, tic tac, me toco el pecho, sístole diástole, ya no me queda la certeza de que aún no me halla abandonado. Glu Ahh!.


Se condensa la nicotina. Cierro los ojos.

El tic tac se detuvo. No siento el sístole diástole.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Azul


Erase la Paz. Miserable, fácil, abatida por un huracán de fe y de frustración. La Paz no pudo ser ella por el amor, todo el mundo se desama tanto que solo hay esperanza de no paz. Amor mi Paz está con vos, yo no. Solo me la hurtas y la desechas en tu ser; sin embargo, te amo de una manera in-amable, y tú, a mi frustración haces caso omiso. Por eso deseo estar contigo, tienes algo mío, que no es tuyo, ni puedo volver a obtener. María, solo es una niña, tiene el mundo a sus pies por su simple apariencia de niña. Despertó, miró la hora y cerró los ojos. Daniel, solo esperaba algo, un no sé qué, un engaño, pero la nada era tan vacía que lo mantenía ocupado precisamente en su ausencia. El elixir de la rutina como un satélite nativo apuñaló la herida.
Por fin abrió los ojos, solo por hoy. De nuevo su deyección de ideas lo tenía preso y sin llave. El como pocos no presentía su suerte. María sí, se bañaba despacio esperando un vacio diferente. Sin dar más que una mirada rápida al espejo se encontró con los ojos de él, los saludo. El viento los unió y los tres sentados en el pasto, mirando al cielo, añorando ese azul, despojándose mutuamente de algo mío, que no es tuyo, ni puedo volver a obtener. … Y al perder la esperanza, llegó la paz. Con una hoz en la mano y vestida de negro.

Entre sangre y vicios



Sólo retomó su pensamiento y se dio cuenta que cada segundo más se hundía en esa gran mentira de la que hacia parte. La tragedia le hizo encoger los hombros, solo respiró tan profundo como pudo hacerlo, sollozó con el dolor por dentro, un grito sordo le hizo darse cuenta de su inconformidad con ese vicio que ya se había hecho físico.
En ese espacio de tiempo supo que el vicio que se manifestaba en ese cigarrillo, (medio fumado medio apagado, y no del todo letal), se escondía su pasado, sí, ese mismo que recuerda inconscientemente en cada cigarrillo, poesía, mirada, olor y sabor... en cada paso conciente. Luciano decidió dejar de ser porque esto le hacia hundirse más en sus vicios, no podía seguir relativizandolos o dándoles esperanzas vanas. Ni con el llanto los alejaría, ni con esa musa que lo despreciaba precisamente por su inseguridad, esa misma que no lo dejo en el momento decisivo. Es irónico, no me creerías al saber que a Luciano solo le quedaban sus esperanzas de no ser, sus vicios y su extraña soledad que siempre venia camuflada en esas compañías superficiales que poco apreciaba en silencio. Se mordió, y sintió lo que se supone dolería más que esa tarde en la que a ella no le importo darle un bofetada con esas palabras de amor revolucionado, deteriorado, vulnerable pero más sin embargo visceral.Con sangre en la boca vio el daño de sus propios vicios, uno mental se volvió físico y así lo fumaba a diario, otro físico se metió adentro y ahora no lo podía sacar ni sangrando, porque el dolor duele y no sirve más que para doler y el amor no es más que un vicio que se hace sangre solo fluye y fuma sus recuerdos sin matar ni dejar vivir. Lo siento Luciano, naciste para ser, para morder y para dejar fluir por tus labios esa materia inerte que alguna vez fue tuya y que ahora pertenece a lo que te fumas.