"Ce grand malheur, de ne pouvoir être seul"
Jean de la Bruyère
El tema del papel del
narrador en “Emma Zunz” parece ser de interés general para los que han
analizado o leído este relato de Jorge Luis Borges, por lo que no vendrá mal incluir
una discusión sobre este asunto y la posible relación de éste con la figura de
“flâneur” que analiza Walter Benjamin en la literatura.
Al enfrentarse a la
totalidad del texto “Emma Zunz” nos encontramos con dos matices marcados que
describen la presencia del narrador. Ante la posibilidad que tuvo el narrador
de mantener la distancia total con el relato o la posibilidad en que el personaje
principal del relato (Emma Zunz) tuvo de narrar su propia historia como
narrador en primera persona. Enrique Pezzoni describe que en la ficción:
“…tenemos como característica esa alternancia
del relato con narrador transparente, es decir el relato en tercera persona en
que el narrador parece estar totalmente ausente, y el relato en primera
persona, con el narrador irrumpiendo en el relato y manifestándose como tal en
el relato” [[1]]
Desde ahora, hacemos la
salvedad o aclaración que la voz de Emma Zunz no aparece en el relato con mucha
asiduidad sólo en dos momentos finales que no se tienen en cuenta para este
análisis. Tenemos entonces un narrador que está solo narrando las acciones de
Emma (el que está cargado con cierta cualidad de “transparencia” y
relativamente ausente) y otro narrador que a la vez es un personaje, al que
desde ahora llamaremos narrador personaje. Este narrador personaje según
Pezzoni “no sabe lo que cuenta, registra los hechos” [[2]].
El lector se preguntará qué tiene que ver esta aclaración acerca del
posicionamiento del narrador personaje en el texto y el “flâneur” (título de
este ensayo). Acto seguido pasaremos a Walter Benjamin y la identificación de esta
figura literaria: el “flâneur”.
Para Benjamin el “flâneur”
es, a gran esbozo, el transeúnte de las calles de Paris que prefiere estar
entre la multitud incognito y conoce a profundidad todos sus espacios
característicos, un valioso observador, figura que él encuentra recurrentemente
en Baudelaire. Obviamente se podría pensar que la figura dista mucho en
contexto a una posible aproximación de esta representación con algún personaje
en Borges. Benjamin mismo expone un matiz del “flâneur” que se pone de
manifiesto en ciertos relatos de Alejandro Dumas y Edgar Allan Poe “Y si el <> llega de este
modo a ser un detective a su pesar, se trata sin embargo, de algo que
socialmente pega muy bien. Legitima su paseo ocioso. Su indolencia es solamente
aparente. Tras ella se oculta una vigilancia que no pierde de vista el
malhechor” [[3]]
Y termina complementando
“Cualquiera que sea la huella que el <> persiga, le
conducirá a un crimen. Con lo cual apuntamos que la historia detectivesca, a
expensas de su sobrio cálculo, coopera en la fantasmagoría de la vida Parisina”
[[4]]
Ahora bien, el “flâneur” acá planteado
se caracteriza más bien por una actitud detectivesca ante las calles de la
ciudad, actitud que persigue a la vez alguna huella que le parezca digna de ser
perseguida. Por supuesto el espacio marcado en el relato “Emma Zunz” no es
Paris, es Buenos Aires.
Hasta el momento tenemos
definida la figura de narrador personaje, la figura del “flâneur” con ciertas
características específicas que la describen y por supuesto al relato en sí. Al
principio de este ensayo se mencionó la intermitencia del narrador personaje en
la ficción, pasemos entonces a analizar las marcas textuales que permiten
deducir esto. En primera medida al comienzo del relato el narrador expone con
inexactitud el nombre del remitente de la carta que recibe Emma Zunz “…un tal
Fein o Fain…” [[5]]
una marca que demuestra que no está al tanto de todo lo que Emma si está. Acto
consecutivo Emma vislumbró los hechos ulteriores “…tal vez, ya era la que
sería.” [[6]]
El narrador sabe que algo trama Emma y conjetura acerca de su futuro. De todas
maneras no sabe qué está planeando es un observador que especula y aparece
concretamente en un corto lapso de tiempo como narrador personaje, “Emma vivía
por Almagro, en la calle Liniers; nos consta que esa tarde fue al puerto” [[7]].
Nos consta es la marca gramatical que
pone de manifiesto al narrador, en forma de primera persona del plural. ¿A
quién le consta? podríamos pensar. Antes de que el narrador personaje se
exponga en el texto el narrador hace una fuerte apreciación respecto a esa
tarde “Referir con alguna realidad los hechos de esa tarde sería difícil y
quizá improcedente” [[8]]
luego plantea una pregunta “¿Cómo hacer verosímil una acción en la casi no
creyó quien la ejecutaba …” refiriéndose a Emma y prosigue “¿…cómo recuperar
ese breve caos que hoy la memoria de Emma Zunz repudia y confunde?” [[9]].
Ahí se podría especular acerca del “hoy” al que se refiere el narrador. Al
narrador personaje por alguna razón le “consta” que Emma estuvo en el puerto y presume
la reacción de la muchedumbre de Paseo de Julio “…pero más razonable es
conjeturar que al principio erró, inadvertida, por la indiferente recova…” [[10]].
Sabemos entonces que el narrador personaje conoce muy bien la ciudad, la ha
recorrido lo suficiente para saber qué tipo de gente se encuentra y en qué tipo
de espacios.
Específicamente el narrador
hace su aparición en primera persona en el fragmento: “Yo tengo para mí que
pensó una vez y que en ese momento peligró su desesperado propósito” [[11]],
sacando a colación por primera vez su exégesis directa de los hechos. Aquel
“flâneur” guarda esa “indolencia aparente” y justo en el trasfondo “…una
vigilancia que no pierde de vista el malhechor…” que señala Benjamin.
Parafraseando a Pezzoni, el
narrador personaje es tomado como una variable casi mecanizada del texto de
Borges. Estamos frente a un texto que pudo escribirse en primera persona, es
decir, Emma Zunz pudo haber hecho un relato del asesinato que pretendía
cometer, a diferencia de eso aparece un narrador casi invisible que “registra
los hechos”, se inmiscuye en dos partes puntuales del texto (con forma de
primera persona del plural y primera persona del singular) y da algunas apreciaciones acerca del futuro
de Emma o del transcurso de los hechos.
Este narrador personaje luego aparece omnisciente en partes del texto
cuando da las apreciaciones suficientes para indagar que es un conocedor de la
ciudad, un transeúnte con matices detectivescos un “flâneur” que es el único en
el texto aparte de Emma que conoce la forma en que Emma ejecutó el homicidio de
Aarón Loewenthal. Nadie más en el relato conoce lo que hizo Emma. Ahora bien,
no sería muy arriesgado afirmar que este detalle del narrador puede estar
cambiando en parte la configuración del texto, lo que antes era un relato de un
crimen ahora tiene un testigo indirecto de ese crimen, el flâneur, el narrador
personaje que se hace participe en la historia. El enunciado “Yo tengo para mí
que pensó una vez y que en ese momento peligró su desesperado propósito” [[12]]
exterioriza un pensamiento del narrador personaje, aquel flâneur
“que busca estar en medio de la multitud y sin embargo pasar
desapercibido” (Benjamin). La huella del narrador durante todo el relato busca
pasar desapercibida (desde un punto de vista más gramatical), pero aun así no
lo logra del todo. Muestra de esto son las marcas apreciativas antes mencionadas.
La voz del narrador
personaje (lo que nos interesa en este análisis), podría tomar cierta
connotación o similitud con la figura del “flâneur” debido a las descripciones
espaciales donde el narrador personaje se inmiscuye de alguna manera, la
relación gramatical del narrador con el texto (casi sin huellas gramaticales) y
su papel detectivesco análogo al que Benjamin encuentra en Poe y Dumas: una
estructura de cuento parecida en la que esta figura encarnada en el narrador
personaje es indudablemente el único
testigo del asesinato de Aarón Loewenthal aparte del lector, es decir, en el
mundo intertextual. Por último, sería necesario establecer por qué se buscó la relación entre
la figura de “flâneur” y el narrador personaje tomando en cuenta el contexto de
aparición.
“Emma Zunz” viene siendo el relato de un
crimen porque no cumple con la estructura de un relato policial a falta de la
figura del investigador, la figura del detective, ya que desde el principio el
lector sabe que Emma Zunz es la asesina y se busca saber cómo cometerá el
asesinato y no quién lo cometió. Podríamos decir que este personaje que es
dejado muy de lado, que sólo aparece concretamente dos veces en el texto, que
está automatizado en el texto, es una suerte de detective. Claro está que este
personaje no cambia radicalmente el género textual ya que de igual forma no es
un relato policial por la perspectiva que tiene, además de que el flâneur no es
del todo un detective y es un análisis particular el verlo de tal modo. Para
establecer un punto haremos una breve comparación. En “El hombre de la
multitud” de Edgar Allan Poe, no existe un crimen concreto, sólo un supuesto
criminal que es el que precisamente persigue este “flâneur” detectivesco,
ahora, en “Emma Zunz” el crimen coexiste en el aire del relato desde el
principio, lo que tampoco nos convence de que Emma sea un criminal. Hay por un
lado un relato detectivesco sin crimen pero en el que el narrador (que es el
mismo flâneur) culpabiliza al personaje durante toda la narración y por el otro
lado un relato detectivesco con crimen pero sin culpabilidad, en el que el
narrador personaje no condena de ninguna manera la conducta de Emma Zunz. El
orden de los factores aunque un poco alterado presenta una constante: el relato
detectivesco, y no del todo policial, relacionado directamente con una figura
como el flâneur replanteada, sin ningún tipo de protagonismo, apartada del
mundo del texto que de igual manera se manifiesta pero sin muchas
repercusiones. Una manera interesante de dejar atrás un esquema casi canónico
de la novela policial y con ella el concepto idealista de la flânerie.
Bibliografía
- Borges, Jorge Luis, “Emma Zunz”, en: El Aleph, Clarín Editores, Buenos Aires, 1995.
- Benjamin, Walter, “El flâneur” en: Poesía y capitalismo, Taurus, Madrid, 1999.
- Louis, Annick, “Introducción a la literatura. Cátedra “C” Clase 5 (25 de junio de 1984) en: Enrrique Pezzoni lector de Borges, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1999.
- Cuvardic García,
Dorde, “Precedentes de la presencia del
flâneur en América Latina: el discurso costumbrista”, en: El flâneur en las prácticas
culturales, el costumbrismo y el modernismo, Éditions Publibook, Paris,
2012.
- Molloy, Silvya
(1999), “Flâneries textuales: Borges, Benjamin y
Baudelaire”, en: Poesía y capitalismo N° 8 p. 16- 29.